Vivimos en la era de la información, una época en la que cualquier persona tiene acceso a todo lo que desee a través de Internet, que se ha colado en nuestras vidas y ha llegado a nuestros hogares, pero también a nuestros bolsillos. Queremos saber más, y tenemos todo el conocimiento del mundo a golpe de click. Sin embargo, seguimos siendo igual de manipulables, o incluso más, que en otras épocas. Porque esta era de la información ha traído consigo, de hecho, un exceso en esa información que recibimos, que es tanta y tan diferente que es prácticamente imposible llegar a discernir la auténtica de la falsa. Bulos y mentiras corren a sus anchas por redes sociales, e incluso son comentados también por periódicos supuestamente serios, que le dan altavoz a esas mentiras.
Algunas son muy graves. Otras simplemente nos hacen entender lo manipulables que somos a cierto tipo de marketing de producto. Por ejemplo, el hecho de comprar un tipo de sal u otro, dependiendo de lo que busquemos, de lo que queramos y de lo que necesitemos. Hasta hace un par de décadas, la decisión era muy sencilla, ya que no existían tantos productos relacionados con la sal. No era algo que quitara el sueño a nuestros padres. Sin embargo, en los últimos años, los supermercados han comenzado a introducir diferentes tipos de sal en sus estanterías, ofreciendo una mayor variedad a los clientes, como si cada producto fuera totalmente diferenciado del otro, aunque al fin y al cabo se trata de lo mismo: sal. Nosotros hoy vamos a concentrarnos en uno de los ejemplos más claros, la sal del Himalaya, un producto que ha ganado mucha popularidad en estos tiempos.
De dónde proviene la sal del Himalaya
Según cuentan los defensores de este producto, la sal del Himalaya procede de unas cuevas que están en las faldas de la famosa cordillera asiática, a través de las cuales se puede acceder a unos lagos interiores que se evaporaron hace millones de años, dejando como resultado unas salinas que contienen propiedades muy especiales y beneficiosas para el cuerpo humano, como veremos posteriormente. Sin embargo, la realidad es bastante menos poética. La sal del Himalaya se recoge en unas salinas al norte de Pakistan, que distan en más de 300 kilómetros del Himalaya. Tampoco es tanto, y desde luego que el nombre suena mucho más evocador cuando añadimos lo dela cordillera, pero para ser justos, la sal del Himalaya no se consigue en el Himalaya. Así que mal empezamos.
¿Qué beneficios tiene la sal rosa del Himalaya?
Siempre se ha comentado que la sal del Himalaya posee beneficios muy especiales para la salud del ser humano, gracias a sus 84 oligoelementos que hace que nuestro cuerpo se mantenga fuerte y sano, bien protegido frente a cualquier enfermedad del exterior. Esos elementos son básicamente nutrientes que una vez ingeridos, en una buena proporción, fortalecen nuestro sistema defensivo. Potasio, magnesio, cinc… Son algunos de los minerales que podemos encontrar en este tipo de sal. Eso sí, en cantidades normalmente muy pequeñas. Mayores que las de la sal normal, pero mucho menores que otros alimentos.
Por tanto, no deberíamos tomar tampoco como referencia o fuente de minerales a la sal rosada o sal del Himalaya, puesto que el aporte diferencial es, al fin y al cabo, muy pequeño. La comparación para ver si esta sal es más saludable por tener también menos sodio queda igualmente a medias. Y es que la sal del Himalaya tiene una composición del 98% de cloruro de sodio, mientras que la sal normal llega al 99%. La diferencia, como vemos es básicamente inexistente y desde luego, no es tan maravillosa como nos habían vendido, puesto que al fin y al cabo apenas notaremos los cambios. Pero no son las únicas diferencias que vamos a encontrar.
¿Qué diferencia hay entre la sal normal y la sal del Himalaya?
Ya hemos podido comprobar que la sal del Himalaya y la sal común se parecen mucho más de lo que pensábamos. Nos venden que la sal rosada es un producto totalmente distinto, más beneficioso para nuestra salud, por contener una mayor cantidad de minerales, y menos sodios. Esto es así, técnicamente, pero la diferencia apenas llega a ser importante, porque al fin y al cabo tienen una composición muy parecida. Es cierto que la sal rosa llama más la atención, por ser normalmente algo más fina, pero esa diferencia tampoco es tan decisiva como para cobrarla a un precio diez o incluso veinte veces mayor, como se suele hacer en muchas tiendas.
Poco a poco, los mitos de la sal rosada van cayendo y nos quedamos con la realidad, tan desnuda y aparentemente sencilla que nos cuesta entender por qué este producto ha logrado tanta visibilidad en los últimos tiempos. ¿Qué diferencia hay realmente entre una sal y otra? Pues prácticamente ninguna, más allá de su presentación y de su color. Eso no afecta, como entenderás, a su propio sabor o a su funcionalidad. Sin embargo, sí que afecta al precio, como ya hemos comprobado. La elección es tuya, desde luego, pero si piensas que comprar sal del Himalaya te está ayudando a alargar tu vida mucho más que tomar la sal normal, ya ves que la diferencia no es ni mucho menos tan grande.
Cómo se puede usar la sal de Himalaya
Aunque nos sigan vendiendo que es un producto totalmente distinto y mucho más saludable que la sal común que hemos estado consumiendo hasta ahora, bastan con informarse un poco para entender que no es realmente así, y que la sal del Himalaya es básicamente la misma sal de siempre, pero con otro color, algo más de minerales y un precio mucho mayor. La sal se puede usar en cualquier receta que hagamos para darle ese punto perfecto que debe tener. En este sentido tampoco hay una diferencia clara con respecto a la sal normal, y simplemente encontramos que se trata de una alternativa diferente, pero básicamente igual en sus componentes principales.